EL LIBERALISMO ECONÓMICO
El liberalismo fue una teoría política y económica que surgió en la segunda mitad del siglo XVIII y que tuvo a Quesnay y a Adam Smith como sus dos grandes protagonistas. Los dos sentaron las bases del modo de producción capitalista y de la Revolución Industrial.
Frente a los mercantilistas A. Smith sostiene que la responsabilidad económica del Estado debe ser mínima y ha de ser sustituida por el Interés Personal.
El mercado es el que regula las relaciones económicas mediante la Ley de la Oferta y la Demanda. Según ésta, cuando la oferta supera la demanda, los productores han de bajar los precios a fin de estimular las ventas; de igual modo, cuando la demanda es superior a la oferta, los compradores presionan al alza el precio de los bienes
Estas ideas tuvieron correspondencia en el liberalismo político, que tuvo un importante desarrollo a lo largo del siglo XIX.
“Todo hombre, con tal que no violar las leyes de la justicia, debe quedar perfectamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca para buscar su modo de vivir, y sus intereses; y que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro individuo de la naturaleza humana (...).
Según el sistema de la libertad negociante, al soberano sólo quedan tres obligaciones principales a que atender: la primera, proteger a a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes; la segunda, el poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro de la república a otro que lo sea también de la misma (...); y la tercera, la de mantener y erigir ciertas obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los intereses de los particulares, o de pocos individuos, sino los de toda la sociedad en común: por razón de que aunque sus utilidades recompensen con abundancia los gastos al cuerpo general de la nación, nunca recompensarían si los hiciese un particular.”
Adam Smith. La riqueza de las naciones. 1776.
Adam Smith
Según el sistema de la libertad negociante, al soberano sólo quedan tres obligaciones principales a que atender: la primera, proteger a a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes; la segunda, el poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro de la república a otro que lo sea también de la misma (...); y la tercera, la de mantener y erigir ciertas obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los intereses de los particulares, o de pocos individuos, sino los de toda la sociedad en común: por razón de que aunque sus utilidades recompensen con abundancia los gastos al cuerpo general de la nación, nunca recompensarían si los hiciese un particular.”
Adam Smith. La riqueza de las naciones. 1776.
Adam Smith
No hay comentarios:
Publicar un comentario